La catedral de Valencia, gótico mediterráneo, había sido alterada en su interior por unas decoraciones decimonónicas en su interior. Este hecho, creaba un híbrido tanto en el sentido estético como en las proporciones.
El gótico mediterráneo, diferente de otros góticos alemanes o afrancesados, tiene un intereje entre pilastras mucho más amplio y en sus proporciones con la altura podríamos decir que disminuye en esbeltez los que sin embargo percibimos en las catedrales europeas. Sobre estas proporciones góticas habían aplicado con estucos y elementos más frágiles que el soporte de piedra y ladrillo de la catedral primitiva, un decorado barroco que no le favorecía. Por todo ello, en los años ’70 se acometieron unas obras consistentes en limpiar tanto la nave central como las naves laterales y del crucero así como la girola y el cimborrio de todos los añadidos barrocos dejando exclusivamente este decorado en el interior de las capillas laterales, que por sus proporciones más reducidas, admitían el nuevo tratamiento. Esta obra fue proyectada y dirigida por el equipo de Fernando Chueca y Emanuela Gambini entre los años 1978 y 1982.