Las Cortes de Castilla la Mancha encuentran su acomodo en un convento del siglo XVII, ubicado en la ciudad de Toledo, que manteniendo una tradición muy propia de la zona había sido revestido con ropajes mudéjares que se mantuvieron y perduraron en muchas parroquias, torres, conventos etc. de la zona hasta la llegada del clasicismo que partiendo del plateresco, fue cambiándole en parte el aspecto externo de los monumentos toledanos. El convento deshabitado y muy deteriorado por la exclaustración del siglo XIX, viene rescatado cuando se crean la Comunidad de Castilla la Mancha como sede de sus Cortes. Entre los años 1983 y 1985, con proyecto de Fernando Chueca y Emanuela Gambini, se ejecuta la rehabilitación integral del edificio, adaptando al nuevo uso los espacios nobles que se venían recuperando en una restauración científica y minuciosa.