Al plantear el criterio expositivo de las espléndidas obras, no conocidas en España, y aportadas en esta exposición gracias a la generosa contribución de Regione Campania, ha sido fundamental seguir el discurso científico  de la Dotoresa Vega di Martino, máxima  conocedora  de los fondos históricos y entusiasta amante de las obras de arte.
La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, sensible en grado sumo a resaltar todo vínculo cultural entre Italia y España, y en el caso concreto hermanadas   por el Rey Carlos III, rey de ambos países a partes  iguales en su dilatada vida de gobernante, ha hecho una excepción cediendo seis salas de su museo permanente con el propósito de ofrecer esta muestra a cuantos aman el arte en sentido absoluto.
Con estas premisas nos hemos planteado en primer lugar procurar mantener la identidad de la casa que hospeda y a la vez evocar los espacios que albergaron estas creaciones artísticas en su origen: Reggia di Caserta, Palacio Real de Nápoles, etc.
Las sedas de San Lencio han sido empleadas en las tapicerías de las paredes eligiendo los colores del moiré más acorde con las obras que se exponen en cada sala.
La primera sala en color oro pretende resaltar la “Maestá Reggia”.
Preside el espacio una estatua ecuestre de Carlos III, en bronce y pedestal en mármoles italianos, con caballo ramplante al estilo del modelo de Manuel Álvarez para conmemorar a Felipe V su padre y que se expone en la sala del XVIII del Museo de la Real Academia.
Al fondo de la sala otra escultura, esta vez de su hijo Ferdinando IV, en mármol blanco de Carrara, marca el arco dinástico de las tres generaciones de monarcas vinculadas a la creación de las fábricas siempre a caballo entre España-Italia-España que tanto aportaron a la riqueza cultural de los dos países.
La “Maestá Reggia” queda flanqueada por algunos modelos de los tapices de la Real Fábrica de San Carlos alle Mortelle, fundada por Carlos III y desarrollada por Ferdinando IV. Estos tapices, representado escenas del Quijote, tenían que decorar los aposentos reales de la Reggia di Caserta, cuando Carlos III, siendo rey de Nápoles, encomienda a Vanvitelli su construcción.
Siguiendo el itinerario se accede a dos salitas en las que se exponen unas piezas de indumentaria sacra, pianeta y capa pluvial, para indicar que también hubo mucha trascendencia en las diferentes técnicas de bordados y su aplicación en las indumentarias litúrgicas. En estas salas las paredes vienen recubiertas de sedas verdes que juegan con los colores de las piezas que se exponen.
La sala central de la exposición ofrece a los visitantes una síntesis de las múltiples facetas de las fábricas fundadas en Nápoles y sus alrededores.
El azul partenopeo juega con los mosaicos de piedras  duras y con las porcelanas de Capodimonte, verdadera explosión de arte menudo.
Las paredes están tapizadas de moiré azul y las vitrinas forman una alternancia de elementos no tapizados, pintados en colores lisos, en tono ligeramente más oscuro para resaltar las ventanas luminosas que se crean en cada una de ellas.
Los objetos expuestos adquieren protagonismo y luz propia, mientras se alternan con espléndidas piezas de marquetería de mármol, a veces en forma de consolas, otra como mesas redondas.
Completan las sala los dibujos preparatorios de los trabajos en piedra dura y cuatro tapices monocolor, provenientes del Palacio Real de Nápoles, creados como sobrepuertas donde las escenas mitológicas dibujadas por Clemente Ruta nos hace  comprender como la cultura italiana no  desdeña  vivir codo a codo la prehistoria y la era moderna.
El último tránsito de la exposición nos conduce en la sala que puede ser considerada con palabra de la Dottoresa Di Martino “El triunfo del Neoclasicismo.
El coral, las porcelanas y los biscuits son los protagonistas de esta sala.
Tratándose de objetos menudos y delicadísimos hemos considerado conveniente que estuvieran todos bajo vitrinas y en este caso la decisión era más comprometida puesto que el gran número de piezas, su variedad y la libre interpretación decorativa no aconsejaban ni una exposición conjunta ni un montaje con vitrinas individuales puesto que se exponen casi sesenta objetos.
Hemos considerado que la seda de moiré de color coral creaba atmósfera y  fabricando sobre tres lados de la sala una nueva pared separada de la auténtica se podrían crear nuevos   espacios luminosos e independientes  que resaltaban a los objetos en ello expuestos.
Este planteamiento nos ha permitido crear nuevas vitrinas con iluminación culta y graduable en las que se agrupan las obras por afinidad  de material y decoraciones.
A las porcelanas decoradas con motivos egipcios se enfrentan dos tapices con idénticas inspiraciones y al coral rojo los biscuits blancos.
Es sobradamente conocida la tendencia al gusto neoclásico de Carlos III que siendo rey de España se hizo traer a Madrid los vaciados de las esculturas de Portici y de Herculano que fueron depositados en esta Real Academia. Muestra de ello el Museo permanente  de la Academia estrena una nueva sala dedicada a estas reproducciones artísticas, algunas de las cuales están documentadas en las porcelanas cedidas para esta exposición.
Los libros no podían ser olvidados puesto que representaron una aportación fundamental para el conocimiento y la divulgación de todo el arte y una pequeña muestra de alguna joya bibliográficas completan el esplendor del neoclasicismo expuesto para disfrute de los visitantes.
Como colofón de esta muestra existen otras dos salas muy peculiares, pues asoman al gran salón de actos de la Real Academia.
En estas salas hemos considerado conveniente no alterar el aspecto estético de la casa como aportación de algo actual después de la evolución histórica de donde hemos partido.
Esta institución, fundada con Felipe V, enriquecida por su hijo y nieto, se conservó al día de hoy como muestran estas salas.
En ellas se han agrupado dos aspectos fundamentales  de la evolución de estas fábricas:  primero la aportación a la música y en particular a la música partenopea              donde la guitarra es el instrumento rey, rodeado de cerámicas de la colección particular de DONATONE y en la otra sala, con sedas artesanales, la muestra más potente de cómo estas fábricas siguen vivas en la Campania de hoy. Las nuevas sedas, elevadas al rango de auténticas obras de arte se exponen enmarcadas como si de tapices auténticos se tratara y las nuevas porcelanas se exponen con el mismo tratamiento que se ha dado a sus predecesores en el tiempo que serán hoy y siempre verdaderas obras de arte.